Meli Atamian

Un día como hoy, un par de años atrás, llegue al consultorio de Mariana por primera vez. En ese entonces pesaba 20 kilos más y era, por decirlo de algún modo, una mal vegetariana.
En el primer encuentro hablamos acerca de mi rutina y de mi alimentación. Finalmente llegó el momento de pesarme, cosa que siempre odie en tratamientos anteriores, pero esta vez no fue igual. Mariana, a diferencia del resto, no me dijo que me quede en ropa interior, no saco un centímetro ni ningún otro aparato de medición, ella simplemente me pidió que me saque las zapatillas y el abrigo, me peso, me midió y luego de realizar un par de cuentas saco mi índice de masa corporal.
Una vez que obtuvo esos datos me dio un plan alimenticio, me lo explico detalladamente y se ofreció a pasarme varias recetas. De ese modo yo empecé mi dieta.
En todos los controles me sentí muy acompañada, Mariana se emocionaba conmigo cuando adelgazaba y se ponía firme cuando era necesario. Me enseño que un tropezón no es caída, que comer mal un día no es el fin del mundo y que se puede volver a comer bien al siguiente. De ese modo me acompañó a lo largo de todo el tratamiento, en el cual no solo adelgace, sino que aprendí a alimentarme bien.
Luego de un tiempo “la dieta” –que obviamente fue teniendo algunas modificaciones- paso a ser mi forma normal de alimentación permitiéndome mantener un peso estable, una vida sana y mucha más energía.